28 de noviembre de 2013

OJALÁ FUERA CIERTO

Me gusta buscarte entre la gente, sobre todo cuando hace frío.
Cuando hace frío, todo es más cálido, o al menos a mí me lo parece. Y es entonces cuando me empeño en reconocerte en cualquier gesto o aroma que me traiga el viento al cruzarme con cualquier desconocido.
 Te busco y me parece encontrarte. En esa mueca, en esa sonrisa esbozada. En esa mirada profunda que llega a rincones que no conocía y que acabo descubriendo.

Y de repente te pierdo, con esa nueva corriente de aire que llega sin previo aviso llevándose todo lo que me quedaba de ti. Y cierro los ojos fuerte, muy fuerte. Esperando volver a olerte, volver a sentirte. Y suspiro en silencio, derrotada por la evidencia y sólo se me ocurre gritarle al viento: “ojalá fuera cierto”.

1 de noviembre de 2013

LO ABSURDO DE VIVIR

Es una mezcla entre absurdo y contradictorio. Lo que hacemos los humanos, las personas, me refiero. Siempre haciendo planes que no vamos a llegar a hacer, llenando maletas con el doble de ropa de la que nos vamos a poner, conjurando mentalmente propósitos de año nuevo o haciendo promesas que sabemos que no vamos a cumplir.
Porque lo sabemos. Cuando prometes algo es como advertir de antemano que no lo vas a cumplir. Es una forma de auto convencimiento inútil porque quien sabe que va a hacer algo, no necesita prometer nada. Le basta con decirlo o hacerlo.

Pues lo mismo pasa con olvidar. Es algo que he intentado una y otra vez. Intentar olvidar es como cuando echas vaho en un cristal y luego escribes sobre él y queda la marca. El vaho se va, pero queda la señal. Los recuerdos se diluyen, se distorsionan, se vuelven turbios con el paso del tiempo. Pero siempre hay una huella, un pequeño destello que te recuerda que aquello vivido tuvo un sentido. Y que, por ello, sigue teniéndolo hoy.

15 de julio de 2013

DESMEMORIA Y OLVIDO

Es el miedo a la desmemoria lo que me lleva a contarte de mí, de ti. A mirarte como si fuese la última vez e incluso, a veces, como si fuese la primera.
Es el vértigo que me produce encontrar recuerdos esparcidos por toda la casa. Recuerdos que fueron momentos y que ahora aparecen, de repente, en cualquier cajón de mesita de noche.
Quisiera etiquetarlos, limpiarlos y ordenarlos para que se pareciesen a lo que fueron antes.
Y me esfuerzo en conservar lo que me queda de ti: tu voz, tu mirada, tu sonrisa.
Y me esfuerzo aún más en conservar tu historia y la nuestra. Para que cuando la olvides yo pueda contártela, en voz baja, antes de que te duermas. Y tú puedas recuperarla en sueños... y hacerla tuya para siempre.

14 de enero de 2013

ENCIENDE UNA LUZ

Ella trabajaba de noche y siempre hacía el mismo recorrido para volver a casa. Siempre a la misma hora. Menos ese día. Ese día se quedó a desayunar y llegó más tarde a casa. Como siempre hacía antes de irse a dormir, repasó los primeros titulares del día, pero uno le hizo detener el cursor: “muere una taxista de 31 años en un accidente”. En el mismo sitio por donde ella pasaba cada día, a la misma hora. 
Al día siguiente, volviendo a casa, se fijó en la esquina donde sucedió el accidente y vio un pequeño ramo de flores. Lo miró detenidamente mientras duró el semáforo en rojo. Y pensó lo que puede cambiarte la vida en un solo segundo, en un solo instante. El semáforo se puso en verde, arrancó, y siguió hacia su casa. La semana siguiente volvió a mirar esa esquina, esperando ver ese ramito de flores, un obsequio o un recuerdo. Pero no había nada, sólo un muro de piedra totalmente vacío. Y ella sintió pena. Porque existimos mientras alguien piensa en nosotros. Siempre había pensado eso. Pero de repente un taxi paró en doble fila y bajó un hombre del coche. Él empezó a correr hacia el otro lado de la calle, aprovechando que el semáforo estaba en rojo. Llevaba algo en sus manos. Se agachó, encendió una vela y la dejó en ese muro, en esa esquina. Ella suspiró, arrancó la moto y se fue a su casa. 


(Aún mira esa esquina cada vez que vuelve a casa).