24 de marzo de 2012

LA BÚSQUEDA


Desde que empezamos a perdernos no he dejado de buscarte; en el olor a café por la mañana, en mis pies fríos escondidos debajo de los tuyos y en ese cepillo de dientes que siempre estaba mal puesto. Desde que no nos vemos me maquillo de más y como de menos, pero encuentro todas las miradas menos la tuya...
Es curioso, no sé cuando empezamos a desencontrarnos. No sé en qué momento decidimos que el camino que trazamos juntos se bifurcase en dos, para irse multiplicando sin parar. Y no entiendo por qué decidiste tomar ese atajo, ese que te llevaba justo al otro lado de donde yo te esperaba.
Si preguntas, todo el mundo te dirá que no he dejado de buscarte. Y que desde que te busco, he empezado a perderme yo también. Me empiezo a hacer pequeña, frágil, ligera... tanto que cualquier día de lluvia se me puede llevar el viento. Quizás a tu lado. Quizás donde todo empezó a terminarse.
Desde que te busco y no te encuentro ya no silbo en la ducha, ni miro películas (y sabes que me encantaba envolverme contigo en la manta y fundirme hasta olvidarme de lo que estábamos viendo) y tampoco hago café en casa. Porque todavía tengo esa estúpida manía de hacer café para dos; con dos tazas, dos cucharitas y dos platitos. Qué absurdo.
Jorge Bucay en uno de sus libros escribió que 'un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda'. Pero yo sí sé lo que busco. Busco todo lo que podríamos haber sido si no te hubieras ido de puntillas, en silencio y sin pegar un portazo. Sin excusas, sin arrepentimientos, sin mentiras.
Pero ahora, con este Sol que anuncia que ya está aquí la primavera, dejaré de buscarte. Olvidaré todo lo que fuimos para intentar recordar quién era yo antes de que fuésemos 'tú y yo'.
Porque esa es la auténtica búsqueda. La única que merece la pena. Buscarte a ti mismo sin parar y, el día que te encuentres, te mires al espejo y te reconozcas en ese reflejo. Ese día la búsqueda habrá terminado. Te habrás encontrado y ya nunca más encontrarás una búsqueda que merezca tanto la pena...

6 de marzo de 2012

THE ARTIST

"Es un peliculón", "se tiene que llevar todos los Oscar", "es una obra maestra"... Estas son sólo algunas de las cosas que oí decir acerca de esta película; 'The artist'. Y resulta que, aunque suene retrógrado, carca e incluso cateto, a mi no me cuadraban todas esas afirmaciones con película muda y en blanco y negro de algo más de dos horas de duración. Sí. Realmente me mostraba bastante reticente a ver 'The artist', pese a la buena crítica que estaba teniendo. Pero la oportunidad vino a raíz del programa en el que trabajo (La nit de l'ornitorinc - ABC Punto Radio) ya que decidimos hacer un especial de la Gala de los Oscars, retransmitiéndolo en directo. Así que esa misma noche, pocas horas antes de la gala, me puse manos a la obra. Y, una vez vista, debo decir que todos los halagos y piropos, a mi parecer, se quedaron cortos.
Resumiendo a grandes rasgos (para evitar spoilear a los que lean esto y aún no la hayan visto) The Artist explica la historia de un actor de cine mudo que está en la cima de su carrera; guapo, atractivo, famoso, adinerado y felizmente casado. Y justo cuando parece que nada se pueda torcer, que sólo puede seguir subiendo y subiendo, pasa algo. Un choque, un encuentro fortuito con una totalmente desconocida Peppy Miller hace que aparezcan juntos en todas las portadas con el titular 'Who's that girl?'. Es justo aquí donde la historia da un giro de 360º. Y hasta aquí puedo leer.
Esta película me parece auténtica poesía y metáfora. Habla sobre cómo de inestable puede ser la vida, la suerte, el dinero... todo. Cuenta cómo un día puedes estar en lo más alto, y otro caer estrepitosamente y sin paracaídas. Además, muestra lo importante que es ser generoso, humilde e intentar ayudar a los demás. De hecho, para mí la tesis principal de esta película o su lema es la expresión latina 'quid pro quo', que significa 'una cosa por la otra'. Una especie de 'tanto doy, tanto me darán'. Y en la película esta expresión adquiere un cariz karmático, en el sentido que refleja a la perfección aquella creencia que aquello que siembres es aquello que recojerás. Y por si fuese poco todo esto se cuenta sin sonido, sin voz. Y la verdad es que no es nada necesario. Porque las imágenes tienen tanta fuerza, dicen tanto, que la voz lo estropearía. Es la demostración que sin palabras también se pueden decir muchas cosas. Muchísimas. Incluso a veces más que con palabras. Y el color no se echa de menos porque el blanco y negro le da un toque romántico que encaja perfectamente con la historia.
Si creéis en las casualidades y en la cantidad de vueltas que puede dar la vida... The Artist es un buen ejemplo. La muestra de que todas las críticas tenían razón es que se llevó los 5 Oscars más importantes: mejor película, mejor director, mejor actor principal, mejor banda sonora y mejor vestuario.