Odio cuando la vida, mi vida, puede explicarse con signos de puntuación.
Qué simple, no? Qué corto, breve, conciso.
Para que luego digan que la vida es complicada o que explicar de qué va esto de vivir es difícil.
Hay momentos que no sabes exactamente hacia dónde va tu vida, tu historia o eso que pensabas que estabas construyendo, día a día, minuto a minuto. A esos les llamo los momentos interrogante. No sabes nada. Ni quieres saberlo. Todo te lleva hacia una pregunta que dará lugar a otras preguntas que se van ramificando y creciendo. Incluso enredándose a veces.
En cambio hay otros momentos en qué todo va deprisa, a 180km por hora, sin frenos y sin embrague. Sólo acelerador. Es el momento de las sensaciones, emociones, experiencias, aventuras. Los para mí llamados momentos exclamación.
Pero luego hay dos momentos que son terribles. Más difusos y complicados.
El primero se da cuando divagas. Fluyes sin saber muy bien por qué ni hacia dónde vas. Pero vas haciendo. Crees que tienes una meta pero no lo tienes claro. Es como una etapa de transición entre otros dos momentos. Son los momentos paréntesis. Un conjunto de ratos de reflexión e introspección. Un viaje a ninguna parte.
Y el último es el más ambiguo. Los puntos suspensivos. Eso sí que es complicado. Porque ni es, ni deja de ser. Se supone que es la continuación de algo que por el momento no puede ser puntuado con una coma o un punto y seguido. Es una puerta abierta a la incertidumbre. Al 'ya se verá'. Al 'dejemos que lo decida el tiempo'. Pero es que a veces el tiempo es muy cruel. Por eso no me fio nada de los puntos suspensivos. Porque es jugártelo todo a un 50% de posibilidades. Aunque imagino que de eso va la vida. De jugártela y, a veces, de arriesgarlo todo a una sola carta.
Aunque da miedo. Da mucho miedo pensar que detrás de esos puntos suspensivos dubitativos pueda llegar la madre de todos ellos, el más temido, cruel y doloroso: el punto y final.
Pero siempre me ha traído suerte el 3. Para mí es un número mágico. Así que seguiré apostando por él. Y por mí. Y por que estos puntos suspensivos sean, muy pronto un punto... y seguido.