16 de agosto de 2011

A VECES TODO ES FÁCIL


Después de un (demasiado) largo silencio en el blog, hoy me he decidido a soltar unas cuantas palabrejas por aquí. Como quien coge una libreta en blanco, empiezo a dibujar algún que otro garabato y acaba escribiendo alguna frase, alguna nota a pie de página... algún soneto.
En realidad este blog es para mí esa libreta. Y hoy es de esos días en que me apetece trazar líneas indefinidas, cubos, monigotes... sin nada especial que decir. Bueno quizás sí. Quizás una cosa.
Y es que a veces todo parece tan fácil que da hasta rabia. Como manía. Parece mentira... Hay épocas en la vida que todo son curvas, todo es cuesta arriba y todo cuesta mucho (valga la redundancia). Y te cansas. De nadar a contracorriente, de llevar la contraria, de quejarte para nada y de empujar y ceder hasta que la cuerda se rompe. Y cuando más o menos te acostumbras a ello, llega un camino llano, sin piedras, sin frío, sin grandes esfuerzos. Todo acompaña el momento. La temperatura es perfecta, el sol te da en la nuca y sientes una sensación muy agradable. Y entras en un balanceo y te dejas llevar y te parece increíble que hace poco todo fuera tan complicado.
Y respiras y saboreas cada instante. Como si fuese el último. Como si fuese el único.
Y creo que es entonces cuando te das cuenta que ser feliz es fácil... incluso muy fácil. Pero aún así todavía me parece increíble ser tan afortunada. Que llegue la noche y repases el día con una sonrisa, porque realmente ha sido un muy buen día. Y al día siguiente te despiertes pensando 'hoy va a ser un buen día', y realmente lo acaba siendo.
A veces todo es tan fácil, tan, tan fácil... que tenemos que hacerlo todo difícil. Porque así, cuando después de las curvas llegas al camino apacible, bajas la ventanilla para que sople el aire en tu cara y te limitas a disfrutar del paisaje.