12 de noviembre de 2008

LO QUE HAY QUE OÍR...


Hoy estoy cómo el día. Cómo un día de lluvia. De ésos que no te apetece salir de casa, sólo quieres taparte con una manta y mirar desde la ventana cómo cae el agua y el cielo se oscurece. Pues no,a las 9 y media ha sonado mi despertador para recordarme que a las 10.50 tenía que estar en el ambulatorio. Y no es novedad que a éstos sitios hay que llegar puntual... porque si pasa la enfermera a recoger el volante 1 minuto antes de que tú llegues, te puedes tirar todo el día ahí fácilmente. Pues bien, a y 45 llegaba a la sexta planta y me dirigia a la salita de espera. Conforme me iba acercando a la 615 una voz iba sonando cada vez más fuerte. Era la de una señora conversando con otra, 'amigas de toda la vida', pensé yo. No tardé en ver el aspecto de esa mujer: unos cincuentaytantos-sesenta, una gafas de pasta muy cool, una collar de perlas que le llegaban al ombligo y un pelo cortísimo y blanco. -"Aerosoles, me oye? aerosoles. Van estupendamente, mire usted. Son unos zapatos americanos, nada que ver con los de aquí. Quiere que se lo apunte? AE-RO-SO-LES." Éstas fueron las primeras palabras que escuché salir de la boca de esa peculiar mujer. La receptora de la información de esos 'aerosoles' en forma de misiles verbales era una mujer de la misma quinta, con una melena rizadísima y rubia y una voz dulce y pausada. A su lado estaba sentado su hijo, un chico con síndrome de down con un cara muy dulce. La mujer rubia iba asintiendo con la cabeza e intentaba meter baza como podía, aunque la de los 'aerosoles' monopolizaba totalmente la conversa. -"Porque en unas semanas me voy a Nueva York, ¿sabe? entonces aprovecharé para comprar pantalones y zapatos. Porque ahí es todo muy barato, ¿sabe?". La escena parecia la de un león atrapando un ratoncito. Mientras intentaba seguir leyendo mi libro la mujer continuaba su monólogo: -"Porque... ¿usted vive por aquí? yo vivo en la calle Vilamarí, ¿sabe? en la única casa que hay en esa calle, al lado de un restaurante muy buen y muy famoso que hacen el mejor cuscús de Barcelona. ¿Le gusta el cuscús? Tiene que ir, yo voy mucho y muchas veces que voy hay gente de TV3, el Pellicer, por ejemplo, ¿sabe de quién hablo, no? y una tal Maite". La mujer de voz dulce respondia como podia con un sí o un no, porque tampoco había opción a más. Pero lo mejor vino cuando la mujer rubia intentó explicarle un poco acerca de su vida. -"... tendré que pedir un justificante médico para el trabajo de mi hijo, porque en cuanto lo visiten, lo llevaré hasta Guinardó para que vuelva al trabajo". A lo que la mujer pedante respondió: "Ah... pero que trabaja?". La otra mujer, hizo una mueca, como una sonrisa de medio lado y respondió: "Claro que trabaja. Trabaja en un cole y ayuda mucho. Todos lo quieren mucho". Y la de pelo blanco brillante dijo: "Sí hijo mío, trabaja! trabaja y cotiza para que luego puedan pagarme a mí! Que yo ya trabajé cuando me tocó, ¿sabes?".
Y así siguieron un rato más hasta que la doctora salío a llamar a la mujer paciente y al hijo de cara dulce. "Doctora, ¿tengo para mucho? bueno, no importa. Si estoy aquí hablando la mar de bien. No la conocía de nada, ¿eh?, qué gracioso".
Una vez que la mujer de perlas hasta el ombligo se quedó 'sola' (sólo estabamos yo y ella) se escuchó el silencio por primera vez. Hasta que entró una mujer de su quinta con un paraguas en la mano y volvió a la carga. "¿Llueve mucho?" a lo que la otra mujer respondió: "¿Perdón?". "Le digo que si llueve mucho. Porque para una vez que llevo paraguas... qué rabia no poder aprovecharlo, ¿no? Porque siempre pasa. Los días que llueve..."

6 de noviembre de 2008

POR QUÉ NO HOY?


Dicen que hay un momento para todo; ahora, luego, mañana o quizás nunca.
Pues ¿y por qué no hoy? ¿por qué no ahora?
Siempre me he considerado más bien de las de 'luego', 'más tarde' o 'en otro momento', pero esto va de ponerse objetivos.
Últimamente estoy más observadora, me fijo en cada detalle, en cada sutil matiz y me hago preguntas. Preguntas incontestables, a veces.
No es la primera vez que veo a una persona ciega ni mucho menos, pero el otro día, mientras esperaba en un semáforo, cruzó una mujer. Era una mujer morena de unos cuarentaytantos - cincuenta y llevaba el pelo recogido en un moño.
Mientras cruzaba me quedé pensando... ¿cómo debe ser no poder interpretar una mirada? No poder ver el azul del mar, el dorado de la luna, una sonrisa, una lágrima, la lluvia, los atardeceres, la nieve, el Sol...




¿cómo debe ser vivir sin luz?