28 de enero de 2012

ESPERANDO LA NOVELA DE MI VIDA

De todos los pensadores y filósofos que he estudiado, sin duda el que más me apasiona es Zygmunt Baumann. No sé si es por su manera de ver la vida, tan clara y sencilla o por cómo la cuenta. Cualquier persona que sepa un poquito de este filósofo polaco a estas alturas ya se habrá dado cuenta que me fascina hasta tal punto que ha dado nombre a este blog: 'Momentos líquidos'.

Según Bauman, en esta 'modernidad líquida' "la felicidad se ha transformado en un deseo individual. En una búsqueda activa más que en una circunstancia estable. Porque si la felicidad puede ser un estado, sólo puede ser un estado de excitación espoleado por la insatisfacción. El exceso en los bienes de consumo nunca será suficiente".

Estoy de acuerdo. En todo. Para mí la felicidad se resume a momentos puntuales. A pequeños momentos que son muy grandes. Pero en tanto que son momentos, tienen que tener un principio y un fin. Porque si no hay lado malo, ¿cómo podemos distinguirlo cuando algo es realmente bueno? Algo es bueno o malo por 'comparación con'. Y me gusta el concepto 'momentos líquidos' porque se refiere a lo rápido que se escurren, lo mucho que gotean y se escurren, sin que apenas nos demos cuenta.

Otro síntoma que delata que soy fiel díscipulo de Bauman es que sólo me manejo bien en relatos cortos. Y me gusta que así sea. Me encantan los puntos y seguido y me aterrorizan los puntos y aparte. Porque cuando coloco un punto y seguido siempre sé perfectamente lo que viene a continuación, es una idea estrechamente ligada a lo dicho anteriormente. Pero cuando coloco un punto y aparte... es como otra historia. Otro escenario. Y normalmente no sé bien qué decir. Porque no se me da bien. O porque me da miedo... o respeto. O las dos cosas.

Escribo igual que vivo. Nunca o prácticamente nunca hago planes. ¿Para qué? Si quizás no los pueda hacer por mil y un contratiempos. Me gusta vivir sobre la marcha y disfrutar de los pequeños momentos que te ofrece la vida; tomarme un buen café, la sensación del Sol en la cara, una noche de luna llena, un paseo por la playa... Para mí la felicidad se reduce a momentos puntuales. Y es el recuerdo de esos momentos puntuales los que te hacen seguir adelante cuando la cosa se tuerce.

Hace unos días me acordaba de una de mis películas favoritas: Los amantes del círculo polar. En esa película de Medem todo gira alrededor de las casualidades y yo, como Ana (la protagonista de la película), "estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande".

Así que todo esto me lleva a decir que estoy esperando la novela de mi vida. Quizás, algún día, deje de sentir vértigo cuando llegue al filo de un punto y aparte y me coja el pánico de la hoja en blanco o del día siguiente.

De momento me siento más cómoda con los relatos cortos. Pero voy a esperar todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la novela de mi vida. La más grande. Y eso que las he tenido de muchas clases... Sí. Podría contar mi vida uniendo casualidades.