14 de febrero de 2011

LUGARES


Creo que uno de los placeres más grandes desde que el mundo es mundo es observar. De hecho, es algo que hacemos continuamente, a veces sin querer, otras intencionadamente. ¿Cuántas veces hemos observado alguna escena (en el metro, por ejemplo) y hemos reconstruido la escena mentalmente? "Claro, ella está triste porque él es un cabrón que seguro que la trata fatal y ahora le está pidiendo perdón y luego ella le perdonará y se reconciliarán y blablabla". Sí, definitivamente el metro es uno de esos lugares donde se puede observar y, ojo, ser observado. Porque también se ha dado el caso de estar sentado en el metro, y la persona que está justo delante tuyo te está mirando pero justo cuando le miras tú aparta rápidamente la mirada. Pero no nos engañemos, cuando vuelvas a girarte volverá a mirar.
Después está otro lugar, a mi entender bastante distinto, que es el ascensor. Aquí la historia cambia. Al ser mucho más estrecho el espacio compartido las miradas no se cruzan. Sino todo lo contrario. De hecho, normalmente las miradas sólo se cruzarán dos veces y por educación: con el 'hola' y con el 'adiós'. El resto del 'trayecto' se buscan puntos muertos de visión como la pared del ascensor, el techo, o directamente dando la espalda al vecino y mirando de frente la puerte, como quien quiere huir a toda prisa.
También están los parques, avenidas, ramblas y otros espacios donde la gente, se mira pero no se ve. Todos van más a su aire, sin prestar excesiva atención a lo que ocurre alrededor. Se trata de un momento de desconexión.
Todo esto son lugares, o lugarillos, así en pequeño y en minúsculas.
Pero luego están los LUGARES, sitios donde ocurren muchas cosas y muy distintas a la vez. Se dan distintas situaciones que provocan una mezcla entre pena, cariño, ternura, nostalgia... Esos sitios, para mí, son los aeropuertos.
No sé si es por el hecho de que sea 'tierra de nadie', o por la mezcla de idas y venidas, pero a mí el aeropuerto es un sitio que siempre me ha fascinado. Es más, me gusta ir a acompañar a alguien porque si eres tú quien te vas te pierdes la esencia de los momentos. Me gusta pedir un café con leche caliente y sentarme en la barra de cualquier bar donde se vea bien todo.
A mi derecha, una niña de unos 5 años llora desconsoladamente a 10 metros, dos ancianos dicen adiós con la mano y le tiran besos.
Y a mi izquierda, una chica que lleva una maleta enorme va algo perdida, como buscando algo o alguien. De repente, se para, deja caer la maleta al suelo y aparece un chico que corre desesperadamente hacia ella. Y se besan. En uno de esos que duran más de un minuto. Uno de esos que son de verdad. Y sonrío. Y ellos se miran, y también sonríen.

Feliz día del amor, aunque éste debiera ser todos los días.

3 comentarios:

Alberto Ramos dijo...

Curiosamente, los aeropuestos tienen fama de "no lugares". Supongo que por ser tierra de nadie, como tú dices.

Feliz día.

Ana dijo...

Toda la razón. Tienen una especie de magia, verdad?
Feliz día para ti también y gracias por pasarte! :)

Alberto Ramos dijo...

No sé si es magia, pero a mí más de una vez me han hecho desaparecer las maletas. ;-)